POR BLASÓN, LA POESÍA
Hace algunas semanas escribí una nota a
propósito de las discusiones que nuestros parlamentarios deslucían en la
Asamblea Nacional. No quiero ahondar en ello. Sin embargo, la recuerdo a
propósito de los comentarios que aparecen en algunos medios escritos y,
especialmente, en facebook derivadas de las declaraciones del poeta Luis
Alberto Crespo.
Lamento la desproporcionada respuesta,
porque dicho autor sólo ha hecho uso de la libertad de expresión que le
consagra la Constitución Nacional y, por lo tanto, manifiesta sus
predilecciones, nos agraden o se tornen reticentes a nuestros oídos.
Me parecen epítetos que tratan de
reivindicar una postura política en tiempos donde la sindéresis debería
mostrarse como un todo y no seguir cortando la piel de la patria, como si los
gritos de unos sirvieran de lenitivo de las acusaciones que se esgrimen.
Esta actitud viene de larga data. La
conocí en los años sesenta y siguientes. A los escritores y artistas que, por
alguna razón, trabajaban como empleados públicos se les llamaba “los poetas del
estado”. Los epítetos venían de la izquierda. Y aquello parecía como un sagrado
convite de fuerzas encontradas.
De todas maneras, en este campo de la
cultura, todos convivían y soterradamente trabajaban hacia el logro de sus
fines ideológicos particulares. Pero que yo recuerde, había un bien común: la
cultura. Y no sé porque en este instante hay tanta rabia, tanto menosprecio,
porque alguien se expresa libremente, y, lo más grave, es que muchas de estas
frases vienen precisamente de los hombres y mujeres que, me consta, tienen por
blasón a la poesía.
José Francisco Ortiz
Morillo
Santa Cruz de Mara, 20/6/12
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