A QUIEN CORRESPONDA.
No quisiera que en mi
país, ni en otro lugar del mundo, hubiera odios y separaciones entre hermanos;
no quisiera que las enfermizas luchas políticas nos arrebaten los días de gloria
de humana vida, no quisiera, en fin, que la lengua altisonante de cualesquiera de los bandos se imponga sobre la sindéresis y el cuidado que debe recibir el corazón
de nuestra juventud.
Tal vez, mis cansados
ojos no hagan la lectura correcta de este tiempo y no entienda que lo humano en
su riesgo sea su propia víctima y victimario, como esos árboles que se despojan
de sus ramas, y sus hojas en un erial de sombra carcomida sean el abono que lo
haga resurgir de la nada hacia las alturas.
Todo es posible, pero a
riesgo de no poder descifrar la trama de la historia, apelo a la voluntad
humana para que no haya presos políticos, ni hoy ni mañana, en las cárceles del
mundo. Vayan pues estas palabras, para unirme al ruego por la libertad de Iván
Simonovis.
Mas este ruego es posible
porque soy un hombre que entiende la libertad como un proceso, porque el hombre
es un proceso de construcción infinita desde su individualidad y porque le
asiste un compromiso que no puede ser hipotecado con parcialidad alguna. No
quiero crear falsas expectativas y que se me tome por un iluso en la turbiedad
de las aguas. Ya lo he dicho en otras oportunidades –nunca está demás su reiteración–
no me agradan muchas de las acciones de este gobierno, pero, al mismo tiempo,
he celebrado sus aciertos; no comparto la vociferante alarma de la oposición
porque tengo la edad suficiente para conocer, no por mi profesión de
comunicador, sino por mi experiencia de tantos años que, también, hay engaño en
ese discurso tibio, mezcla de bonanza pendenciera de la cual, seguramente,
mañana habrá arrepentimientos.
Es mi conciencia la que
habla, no tengo compromisos con nadie, “sólo la verdad os hará libres”, dijo
alguien sumamente importante, y así lo he entendido, y, al mismo tiempo, sé que
esa libertad sólo es posible en el recipiente de las sociedades que no están
atadas al juego epocal de los mesianismos desorbitados.
Santa Cruz de Mara,
1/7/2012
José Francisco Ortiz
Morillo.
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