LA LLAMA
FUGITIVA
Prólogo a un
libro de Guillermo Ferrer
“LA LLAMA FUGITIVA"
Louis Anquetin, pintor francés (1861 –
1922) - Child's Profile and
Study for a Still Life
“La vida
flotante, heterogénea,
termina por
adaptarnos a lo humano”
Fernando Pessoa
La frase de
Soren Kierkergaard: “Quien se pierde en su pasión, pierde menos que quien
pierde su pasión”, cala sin artificios en el espíritu escrutador de Guillermo
Ferrer. Pasión hacia los ámbitos del acto creador de la poesía, del ensayo y la
novela. Es decir, todo el espacio de su existencia. Siempre hacia el centro de
una memoria que suele mirarse en su propio origen, largo tiempo marcado por las
iridiscencias de claridades territoriales y lacustres en busca de las palabras
en densidad primigenia. Continuidad en el interrogar la esencia de lo humano;
premisa circular siempre expansiva, en el acontecer de las clásicas
preguntas kantianas acerca del hombre.
“En el hielo de
la soledad –nos lo reitera Martin Buber– es cuando el hombre, implacablemente,
se siente como problema, se hace cuestión de sí mismo, y como la cuestión se
dirige y hace entrar en juego a lo más recóndito de sí, el hombre llega a
cobrar experiencia de sí mismo”. Y este hielo quemante libera al espíritu en
llama fugitiva, como en verso feliz de nuestro gran Quevedo: “mas no, de esotra
parte, en la ribera,/dejará la memoria, en donde ardía:/nadar sabe mi llama el
agua fría,/y perder el respeto a ley severa”.
La llama
fugitiva tiene, entonces, entre sus apariencias más nobles, la visión una
y múltiple, al mismo tiempo, de revivir el contacto con la historia desde
una perspectiva siempre abierta. Nunca cierra. Sólo intuye, y, desde ese
mirar de otredad, muestra el concierto de voces que el tiempo guarda en el
inconsciente colectivo. La llama avanza como liberación y desde sus ardores
ancestrales nunca se deja aprisionar. Fugitiva siempre y nunca ella
misma, ondea en los tremedales de la existencia humana.
La llama
fugitiva es la objetividad de la mirada en el ensueño. Es la finitud que nos
señala Bachelard, cuando trata de redimir el espíritu. Guillermo nombra y es
nombrado al mismo tiempo por su objeto. Pero el objeto es caleidoscópico. Su
brillo es lacerante y concertado en colectivo. Cómo no ser el que se es. El
hombre y sus circunstancias (Ortega y Gasset): aquí el relator ensimismado del
murmullo histórico, allá narrador de las contingencias humanas; a lo lejos, es
un hombre que ausculta el corazón del olvido; cerca, es un cazador de palabras.
Es lo que es. Alerta a las solicitudes del espíritu poético avanza tras
el hilo de Ariadna en cálida entrega de signos que recurren a la vastedad de lo
memorioso, y, sin que él mismo pueda replegarse a la orilla de los días
conviene como Benedetto Croce en que toda historia es contemporánea.
Contemporaneidad que lleva, rara avis, la fisura de las ideologías y el nombre
de quien las anuncia.
La llama
fugitiva en su más grata realidad no se propone como un discurso teorético para
lectura académica. No aspira a formular conceptos ni a concebir especulaciones
acerca del ser de la historia. Incluso, no intenta los esquematismos de los
manuales ad usum que privan del saber a la inteligencia.
La llama
fugitiva contiene una voz que habla a la juventud desde una óptica cercana de
procesos históricos relevantes de la humanidad, paralelamente a Ernst Gombrich,
en su “Breve historia del mundo”. Es, según mi percepción, la imagen de
un científico y esteta que, al discurrir su pensamiento, nos
descubre el deleite de quien ha frecuentado todas las lecturas posibles
desde los clásicos hasta los contemporáneos. Acorde, en fin, con una pasión. Si
ella fragua en su menester de escritor no es menos cierto que hace posible la
ciencia y el arte como promesa del hombre.
José Francisco
Ortiz
Santa Cruz de
Mara, septiembre, 2000.
Nota. Este es
el prólogo que escribí para La llama fugitiva del poeta
y escritor Guillermo Ferrer, cardiólogo de dilatada trayectoria en
nuestro medio, profesor emérito de LUZ, y Cronista de la Ciudad, para la época,
con una obra que abarca los 60 títulos entre poesía, novela, cuento, biografía,
crónica y crítica, además de varios títulos de Cardiología y numerosos trabajos
científicos en revistas especializadas. En la actualidad reside en la Costa
Oriental del Lago junto a su esposa, hijos y nietos.
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