Francisco Ortiz (1917)
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Cuántas
veces no quedaba como en trance, en posición fetal, acurrucado sobre sí mismo
en el borde de la mecedora, como si se tratara de un equilibrista que vagaba en
el vacío, y luego, como impulsado por remotas memorias, se erguía y proyectaba
su sombra sobre los enseres desordenados de la habitación, levantaba los brazos
y parecían alas remontando las horas de su fervor, escarbaba con los ojos la
profundidad de la pared, la escrutaba porque sabía que en el repentino
repliegue de la luz aparecerían los fantasmas de su niñez… ahora sonreía
plácidamente desde el lugar de su victoria porque ya nada podía retenerlo, sólo
la oscuridad le negaba las delicias del sueño.
Santa Cruz de Mara, 14/6/2012
José
Francisco Ortiz Morillo
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