UN ESFUERZO EJEMPLARIZANTE
Miguel Ángel Campos es un
escritor raigalmente autóctono, nacido en los andes, su vida y su
formación intelectual ha transcurrido en
Maracaibo. No arrastra el fardo de influencias foráneas, su prosa vaciada de
atildamiento no se entrega a la veneración de las ideologías del orbe. Su
talento es firme y sereno, y su escritura es como una espada contra las armas
de la falsa academia, contra las ilusiones de los ostentadores del poder y
crítico veraz del griterío social sin metas y sin horizontes derivado de un
atavismo conveniente, tampoco se ampara
en el constreñido individualismo del mesianismo
recurrente de la historia patria. Su reciente libro “Incredulidad” –le
preceden “La imaginación atrofiada”, “Las novedades del petróleo”, “La ciudad
velada”, “Desagravio del mal” y “La fe de los traidores”, amén de los premios:
Ensayo I Bienal de Literatura “Mariano Picón Salas” y de Ensayo Fundarte– es un
complejo y no menos propósito por mostrarnos con lucidez nuestras latencias y
el perfil del futuro que nos aguarda. Más allá de las líneas fundacionales que
nos propusieron en sus apasionados
alegatos Mario Briceño Iragorry, Mariano
Picón Salas o Augusto Mijares (por sólo nombras tres pivotes del ensayo en
Venezuela), obviamente, Miguel Ángel Campos ha cumplido un esfuerzo
ejemplarizante de estudio en la develación de los fenómenos culturales que dan
forma al ser del país, originando en él una conciencia clara de dichos
procesos en lo social, político,
económico y literario desde su atalaya en la provincia nacional.
Si existe una verdadera
preocupación por atender el esfuerzo y
resultados de una obra, fecunda e iluminada del ser venezolano, Miguel Ángel
Campos estará con nombre propio en la cultura venezolana y, muy pronto, deberá
ser Premio Nacional de Literatura.
José Francisco Ortiz
Morillo.
Santa Cruz de Mara, 31 de
enero de 2012