sábado, 28 de abril de 2012

JOSÉ FRANCISCO ORTIZ MORILLO. LA CIUDAD INFERNAL



LA CIUDAD INFERNAL

A Miguel Ángel Campos.




Quint Buchholz (1957). Artista alemán. Man on ladder.




De todos los mapas no los hay más fidedignos y terribles que los libros.
Todas las líneas territoriales se concentran, aunque parezca atrevido uno cree ver zonas en extensión, mares de donde fluyen ríos con apariencia de pentagramas insinuantes de ciudades inhóspitas, mujeres portentosas flagelando a míseros hombres, suplicantes de besos, y objetos danzantes como si tuvieran vida propia arrebatando a los ojos la memoria y el sueño; niños aferrados a los columpios donde atan a sus padres y nubes cernidas y pájaros inciertos porque sin alas no podían volar, y volaban, volaban por las praderas detrás de las alas girantes de los molinos. Yo conocí las ciudades de Italo Calvino, viajé con Marco Polo, y con los sabios que me proporcionó el I Ching pude acercarme a Kublai Jan, sólo en imágenes, porque después de visitar a Ipazia, no podía resistirme al poder de las cosas sin llegar a comprender que los signos que llamamos palabras no me servirían de nada .




José Francisco Ortiz
(Carache, 1944). Poeta venezolano.




JOSÉ FRANCISCO ORTIZ MORILLO. EL PEDERNAL



EL PEDERNAL





Ferdinand Hodler (1853-1918). Pintor suizo.








     Escribo sobre papel, aún escribo
     y saltan de pronto del pedernal
     fragmentos ariscos y sonoros,
     su brillo azul rasga y colma
     mis manos y suelo conseguirlos
     debajo de la mesa,
     migas de una antigua ilusión
     girando, girando hacia adentro
     contra el pulso que los retiene,
     y saltan ariscos, invencibles y sonoros
     sin que mi alma atormentada,
     por un instante, pueda retenerlos.




José Francisco Ortiz Morillo
Santa Cruz de Mara, 20/4/2012

JOSÉ FRANCISCO ORTIZ MORILLO.



André Kertész (Budapest, Hungría, 2 de julio de 1894 - Nueva York, Estados Unidos, 28 de septiembre de 1985). Fotógrafo húngaro.





Cuando la mente anda en su hora de ocio, se toma algunas libertades, no sólo ilusiona, también crea, y al parecer alcanza mayores gratificaciones sin desgaste como le ocurriría en su habitual actividad humana. Es que el trabajo tiene en nuestra sociedad una orientación crematística, esclavizante y negadora del sentido lúdico en el hombre; en cambio, cuando termina la faena, la mente recuerda el recreo escolar, más que las vacaciones, siente un aire de libertad inexpresable. Los poetas recrean su espíritu y lo fortalecen, no por ausencia fabril, sino por presencia consagrada a la vida. 




Santa Cruz de Mara, 20/04/2012