LOS GESTOS
Nada más
preciado en la mujer
que los
gestos, el lento giro
de sus
manos en la conversa,
embriagadas
por el aire,
parecen alas a punto de quedar
suspendidas
justamente
en la
mirada fugitiva del sol,
nada más
preciado en la mujer
que unos
labios temblorosos,
donde las
palabras callan
los lentos
ardores de su piel,
porque está
sumergida
en el
aliento grave del amor,
nada más
preciado en la mujer
que la
cascada de su risa,
alerta y
valiente, ante el desafío
de su
poderoso corazón.
Santa Cruz de Mara,
1/11/2012
José Francisco Ortiz Morillo