DE
ALABASTRO EL CORAZÓN
Vuelvo
en mí y en la sonora mortaja
que
el viento ciñe de celebraciones,
un
campo lunar se muestra opalescente
y
graves mujeres retozan en la noche,
los
muslos heridos y el pubis reluciente
consternados
los ojos del aliento fatal,
para
que lleguen las horas terribles
anhelantes
del suspiro donde tiembla
el
rubor sin piedad de los amantes.
El
cielo teme a la quietud y se desborda
en
el constelado giro del espasmo,
un
río de voces en el dolor del Paraíso
hace
de alabastro al corazón,
y
al fondo del espacio que no espera
altiva
es la luz como las brasas
donde
el amor alienta sus promesas.
Santa Cruz de Mara, 26/7/2012
José Francisco Ortiz Morillo