A
Lisbeth Morales, un ser humano especial.
La
tierra es la madre del poeta;
y la
nube, el padre.
Pon
los pies en la tierra, suelen decirle
(¿cómo
podría el poeta pisarla?)
cuando
anda en el aire suspendido,
cuando
balbucea algunas palabras
ignoradas
para la prole humana
que
le mira desde su lejanía
y no
acierta a descifrar
qué
es lo que hace este hombre
a
tanta distancia del común decir;
no
saben que conversa con su padre
acerca
de las estaciones, del clima
y
otras cuestiones no menos
fundamentales
como el crecimiento
de la
hierba, los pájaros y la cálida
efervescencia
de la gente
que
se anuda a sus querencias…
Entonces,
como un regalo, la nube,
llueve
para que todo germine
y
haya paz entre los hombres.
Santa
Cruz de Mara, 9/1/2013
José Francisco Ortiz Morillo