viernes, 25 de mayo de 2012

JOSÉ FRANCISCO ORTIZ.



Chema Madoz (1958). Fotógrafo español.



El fuego atraviesa sin tapujos la piel y deja su rastro de humedad inclemente, de aceitoso pegamento, tedioso e infame, sin redención porque las Erínias ataron al sol en Maracaibo. Somos cazadores de nubes sobre un cielo de esmalte, tal vez haya en la memoria el atávico esplendor de las formas clausuradas del sueño y, por ello, insistimos en ser nómades en nuestra ciudad.

24/05/12


José Francisco Ortiz

JOSÉ FRANCISCO ORTIZ MORILLO.


Chema Madoz. Fotógrafo español.




Los buenos textos son aquellos que nos remiten a otros, en ellos nace de nuevo la palabra y la realidad que no encontrábamos, en ellos, engendrados del abril, cruel tiempo de la tierra muerta (Eliot), y por cuya savia asciende el dolor y alegría del mundo, porque “El año madura en los campos sus resinas espesas” (Montejo), y la amistad es el más hermoso poema que lo humano manifieste, en las ya sagradas palabras de Paul Celan, en carta a Hans Bender. “Sólo manos verdaderas escriben poemas verdaderos. No veo ninguna diferencia de principio entre el apretón de mano y el poema".

José Francisco Ortiz Morillo
13/5/2012

SIEMPRE HABRÁ UN LUGAR DE ITALIA



SIEMPRE HABRÁ UN LUGAR DE ITALIA


Giovanni Antonio Canal, llamado Canaletto (1697 - 1768). Pintor italiano. Paisaje con ruinas, 1740




Despierta a mediotiempo, centro
en el costado de la noche,
el oro de los dioses
y sus trémulas visiones acampan
en el extremo de una ciudad dormida,
vuelven los gladiadores a remontar
el nido de sus huellas y una liebre
espabilada corre hacia los montes,
los dioses y los hombres son lo mismo
para que todo sea eterno como el aire
y el fragor de un instante sólo diga
aquí nació el mundo, y es suficiente.
Siempre habrá un lugar en Italia
en nuestros corazones, por mi sangre
aun combaten las legiones, el aura
de Miguel Ángel, de Leonardo, Botticelli,
las canciones que nunca me aprendí,
que nunca supe del acorde y de las voces
de sus mujeres colmadas por el fuego
en las vetas de sus calles luminosas.


José Francisco Ortiz Morillo
Santa Cruz de Mara, 19/5/2012

EL ROSTRO DE VENEZUELA







EL ROSTRO DE VENEZUELA



(Publicado en el diario La verdad, 3 /6/1998)




 
23 de enero de 1958, caída de la dictadura


Una de las grandes tragedias (que ya son muchas) de Venezuela, es que la última dictadura acabó con gran parte de nuestros mejores hombres, quedando sólo algunos marcados por la conciencia de una voluntad a toda prueba en el merecimiento de prepararnos como nación sólida, pero, igualmente, aparecieron los adoradores del poder y del beneficio del poder, sin importarles jamás la nación.

Rafael Caldera  
Cuando Uslar Pietri y Rafael Caldera expresan hasta la saciedad que el trabajo es la única salvación, no sólo se refieren al esfuerzo físico y su retribución crematística, sino a la necesidad de forjar la construcción permanente de un país independiente y sólido, justamente, en la formación ética y científica de todos sus individuos.

Arturo Uslar Pietri
Si dependiésemos nada más del mecánico oficio de la faena o la mera disertación intelectual, estaríamos llamados al fracaso, pero de lo que se trata, obviamente, es de un acto comunitario de espíritu y de grandeza para definir la noción de pueblo.

En sentido estricto: en la grandeza de la vida, con cierto orgullo por una manifiesta y prolongada visión actuante y decisoria de lo permanente y justo del destino colectivo. Y, sin embargo, mi país, pierde sus días en diatribas de la más rayana e infecunda palabrería política, como si el alma de los venezolanos no estuviera ya entumecida de abalorios y contingencias.

 Así, nos preguntamos: ¿Por cuáles poros respira la patria? ¿Por cuáles caminos desanda la historia de los que amanecen a las puertas del campo, de las fábricas, de las escuelas? ¿Quién hablará por esos niños y mujeres que descasta la vida y en continua marea aparecen en las avenidas de nuestras lujosas ciudades para ser engullidos por una economía sin piel humana?
  
Un mitin político  

Estoy seguro de que no serán los ideólogos ni los avivadores de teorías los que tendrán la respuesta, porque la cotidianidad no es una categoría macroeconómica. Acaso no presentimos cómo la fuerza y la imaginación de muchos de nuestros escritores se han desleído en edulcorada atención a las efímeras promesas de burócratas; los pintores que ya no pintan porque están más pendientes del aplauso del público que de sus obras o, en todo caso, excedidos por la urgencia del nuevo riquismo, se prestan para la escenografía; y los poetas –oh, inefable vanidad- adocenados en la ilusa glorificación oficial. La pequeña política lo ha pervertido todo, porque encontró terreno propicio donde la astucia tiende a ser más raigal que la inteligencia. ¿Cuántas máscaras le han colocado al rostro de Venezuela? ¿Conocerán alguna vez los jóvenes de este tiempo y del porvenir, la imagen real de esta tierra que sufrieron noblemente los fundadores de la nación? Necesitamos volver a nuestras huellas para que el futuro sea menos ingrato y restituirnos del olvido para que la mirada inocente no nos convierta en esclavos modernos.


(Publicado también como "La mirada inocente" en el diario Panorama, de Maracaibo, 16/6/1993)

José Francisco Ortiz