lunes, 2 de mayo de 2011

LUMBRE Y PASIÓN DE MAYO



A la  memoria de Rafael Olivares Figueroa,
eximio traductor de Valery,
colmena del alma infantil,
en su partida el 3 de mayo de1972.



 
Freddy Ontiveros, pintor venezolano (1951) - Apamate




Hoy, cuando el mes se desliza en el color de los apamates, y todos los brillos de la naturaleza nacional se hacen presentes, y la lluvia descorre sus cortinas de brumas para limpiar el cielo del asombro, el mundo no ceja en sus fragores: allende una ciudad de relámpagos se consume, como esas que nombró alguna vez Ítalo Calvino, merecida de un destino mejor; hay truenos que apagan las voces cancioneras de los hombres y, en esta inmensidad de siglos, seguimos  en busca del significado de la libertad, para amalgamar la concordia, la fe y  la esperanza sin límites.

Hoy, el sol despeja las nubes. Y las gentes viven sus miserias, sus graves miserias preteridas en el abandono; otras, las menos,  esperan que el maná de las ilusiones repare todo aquello que el descuido de su voluntad no ha superado, y, sin embargo, escuchamos – tratamos de aguzar los sentidos – en la blanda luz de los días, el cascado balbucir del futuro que los termiteros del tiempo no podrán arrasar, y ninguna estación quemante podrá ocultar entre las cenizas de las miradas ciegas.

¿Cómo pensar y palpar el aire de mayo, sin esa fragua  de voces ausentes donde se preparó silenciosamente, en el hervor de la tierra, la nobleza misma de la naturaleza? ¿Quién recupera de los días de sol, la energía que fluye de las limpias hojas que los árboles estrenan? ¿Quién las pule desde el fondo de los abismos para que alguien cancele los derroteros del hombre?

Mayo existe contra el olvido. Todo es memoria en lo posible de la vida como un remolino imbatible sobre los arenales del horizonte.

Ahora, llegan nítidas las sombras de la infancia: un círculo, junto a un vetusto árbol, atrae a los citadinos calcados de una  imagen danzante, colmada por el cantar de los años renuevan el amor y la energía, y nadie escapa: las cuerdas melosas llevan el tono de una pasión que no muere, el vino y las mujeres recuerdan; los niños giran entre las luces y ríen, ríen con sus mínimos asombros que descubrirán cuando lleguen las potestades y todo sea alumbrado y el círculo no sea más que una garantía de la persistencia de un sueño.

José Francisco Ortiz Morillo
Santa Cruz de Mara, 2/5/2011





Portada de la traducción de El cementerio marino, realizada por Rafael Olivares Figueroa. Ediciones del Grupo Viernes. La viñeta es de Gilberto Antolínez. Edición de 600 ejemplares. 300 en tela, numerados, y 300 en rústica, no numerados. Tip. La Nación-Caracas, 1940. El presente ejemplar pertenece al poeta Camilo Balza Donatti, quien fuera contertulio del autor junto a César Lizardo.


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