lunes, 28 de mayo de 2012

UN DÍA CON MIS ALUMNOS.



UN DÍA CON MIS ALUMNOS.



Felix Vallotton (1865-1925). Pintor suizo. Bibliophile



En las relaciones culturales, sociales, políticas, es decir, en el orbe pragmático hay numerosas trampas, pasadizos, laberintos y (paisajes, por decir lo menos, donde el ser humano puede encontrarse atrapado y si y solo si tiene conciencia de su propia lengua puede salir airoso. He conocido muchos casos donde la academia y un uso ceñido a la norma nada nos dicen de las palabras, tampoco son garantía de un pensamiento inteligente y, además, no pueden atribuirse, en los casos felices de un orden en las ideas, el triunfo sobre el ser. 

He tratado con mucha gente analfabeta, incluso estudiantes que no han tenido información lingüística, que a pesar de la morosidad en el habla, hay destellos de la propiedad en el decir y son más auténticos en las decisiones de sus formas de vida. 

La norma puede ser un camino, pero en el fondo descubrimos cómo en los textos literarios, ganadores de premios, hay una absoluta ignorancia del palpitar de la gente. 

He leído textos insobornables, asépticos y puros que huelen a formol, son como esos espejos pulidos frente al sol, encandilan sin llegar a alumbrar. Y lo comprendemos, son textos irreprochables. No hay una coma, un punto, un enlace que no esté en su justo sitio. No hay párrafo que no haya cumplido el orden de la sintaxis, no hay palabra que pueda huir de su significado y, en el sentido pragmático, pudiéramos aceptar que entre signos y usuarios hay una equivalencia perfecta. Son textos que nunca se han paseado por las orillas de la existencia donde la contaminación de la lengua es necesaria, donde quisiéramos ver cómo desciende la naturaleza a los pozos de la ingenuidad, del hombre que, privado de la felicidad urbana, tiene como recompensa los sonidos, los olores y colores sin afeites para contarse entre los mortales.

28/5/12

José Francisco Ortiz Morillo