sábado, 14 de julio de 2012

CUANDO LLEGUÉ A TU ORILLA



CUANDO LLEGUÉ A TU ORILLA





En caño Sagua, 1975.







     Cuando llegué a tu orilla,
     pensé que eras una montaña dormida,
     acostada sobre un espacio azulado,
     porque era blanda tu forma
     y parecía moverse en el horizonte,
     miré entonces y en la extensión
     el sol hervía sus celajes,
     no pude, no podía retener
     el instante de mi descubrimiento
     de tanta grama concentrada
     en el pozo que venía hacia mí
     lento y sonoro con el viento salobre.

     Veía las blancas velas al amanecer,
     como pájaros quietos al borde
     de un abismo secreto,
     y luego me parecían mujeres
     cubiertas en sus misterios sollozantes,
     abandonadas sobre promontorios de sal.

     Aunque se llamara Ítaca
     no tendría el asombro de sus héroes,
     crecerían sus columnas de humo
     y su futuro de poleas, bastimentos,
     mercados y aceites sobre la piel
     de hombres agitados en el puerto
     como gaviotas abatidas al atardecer,
     y yo me iba a escuchar el dilatado
     corazón, corazón de las colmenas,
     el cardumen prisionero de las redes
     y sus ecos simples, en las manos simples,
     de los pescadores, y con mi sueño
     regresaba siempre a los fanales,
     al mar donde guardaba mis libros.



Santa Cruz de Mara, 9/7/2012



José Francisco Ortiz


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